35. FUNCION EN LAS ESCUELAS




Función, sí ¡y no precisamente infinitesimal!

A lo largo de mi vida he ido aprendiendo diversos usos de la palabra “función” pero creo que la primera de ellas, ya en desuso, era la de “puesta en escena”.

Yo era tan pequeño cuando se hizo la de la foto de arriba que no pude estar en ella. Y hasta es posible que tampoco estuviera hecho aún el cine. Por eso que este sarao de trajes regionales y bailes flamencos tuviera lugar en la escuela de chicas que era el edificio municipal más a mano.

Los cuatro músicos están estupendos. Lázaro a la guitarra, Agustín al laúd, Emiliano a la bandurria y Alejandro al violín. ¿Cómo sonaría aquello? No me lo puedo ni imaginar, pero es igual: la alegría de la fiesta está en las caras de todas las chicas, en la expresión de Lázaro y Emiliano (Agustín y Alejandro parece que se lo toman más en serio) y sobre todo, en la gracia de las dos chiquillas vestidas de faralaes: mi hermana Pili, y Lolis, la hija de la tía Filo y el tío Joaquín.

La fiesta debió de ser muy importante porque acudió Calleja a hacer fotos. (Lo del trabajo de Calleja es impagable para la recuperación de nuestra memoria. ¿Quién habrá heredado su archivo de clichés? ¿Estará a buen recaudo? ¿Cuántas fotos tendrá de Anguciana que no hayamos visto nunca? Sería bueno ir resolviendo estas cuestiones…).

El decorado del escenario es de lo más apañado, pero lo mejor de esta función es la gracia del baile de las dos chiquillas. ¿De dónde sacaron esos vestidos y esas poses tan flamencas?

Por la edad de mi hermana y de Lolis aquella función es de los primeros años cincuenta cuando faltaban aún unos cuantos años para que llegara la televisión al pueblo…, ay, ese invento que… acabaría para siempre con todas las “funciones”.

Menos mal que gracias a la vieja función texto, la querida función foto y a la nueva función blog, aquella función de las Escuelas de Anguciana la podemos recordar aquí:







(7my08)