30. ORECA




Ya iba siendo hora de que dijese algo de este lugar de Anguciana..., ¡qué digo lugar! tal como hoy lo vemos, es todo un barrio tan extenso como el pueblo mismo al otro lado del río. Pero en los años sesenta Oreca no era nada, o casi nada. Y por eso no tengo fotos de Oreca y lo que pongo aquí es una foto del verano de 1966 hecha desde el tejado de nuestra casa, en la que al otro lado del puente no se ve construcción alguna. Sólo campo, o más bien “eras”. Oreca era el lugar de las “eras” del pueblo, donde antiguamente se trillaban y aventaban los cereales y las legumbres. De niño aún llegué a montarme en un trillo arrastrado por mulas en las eras que estaban junto a la carretera, y dar vueltas y vueltas en él como si fuera el más divertido de los tiovivos. Y también llegué a vivir la corta presencia en las eras de las trilladoras, movidas por las correas de los primeros tractores. Cuando llegaron al pueblo las cosechadoras, las eras se quedaron sin vida y se convirtieron en solares de chalets para bilbainos que son quienes mayoritariamente las poblaron.

Pero en la época de las eras ya había dos construcciones importantes en Oreca, una a cada lado de la carretera, un poco más a la izquierda del espacio vacío que muestra la foto de arriba. Esas dos construcciones eran (y aún son) la ermita de San Bartolomé, a la que se subía una vez al año, el día 24 de agosto; y la casa del “Cojo”, el “cojo de Oreca” como todos le llamábamos, el pastor, una de las personas más alegres y simpáticas del pueblo -simpatía y alegría que dejó en herencia a sus hijos y que ahora transmiten ellos. Es curioso, porque siempre se ha dicho que los cojos son gente malhumorada, pero lo cierto es que el de Anguciana era una clarísima excepción. Con la sorna de la que siempre hacía gala se autodenominaba a sí mismo el “alcalde de Oreca”, y es que era el único habitante de aquel lugar. Bueno, el único no, porque aquella casa creo que tenía alguna subdivisión y alguna vivienda aneja pues allí vivía, si no recuerdo mal, "Julio el Trampas" otro tipo bien curioso, que fue de los últimos, junto con Minín, el basurero, en usar un remolque con tracción animal. Nunca he visto una foto de Oreca con esas dos únicas construcciones, así que si alguien tiene alguna, me encantaría ponerla aquí.

Por los años de la foto de arriba un promotor de Bilbao que venía mucho por el pueblo, Luis Urcullu, construyó un bloque de cinco pisos, a cuatro viviendas por piso, justo entre la casa del “Cojo” y la carretera. A todos pareció un disparate urbanístico y estético, pero como fue el primero y llenó de vida a Oreca (nada menos que veinte viviendas de un golpe), y como por entonces la estética y la urbanística eran disciplinas ajenas al pensamiento de nadie, pues ahí se quedó y ahí sigue. Hoy casi parece una de las piezas históricas del barrio.

(23ab08)